Son algo normal, ya hacen parte de nuestro entorno. Esos aparatos
inteligentes indiscutiblemente se volvieron una parte de nosotros. Y eso es
¿bueno o malo?
A los aparatos inteligentes se les ha llamado "smartphones",
tabletas, portátiles, tabléfonos, consolas y tantos otros nombres. La discusión
en torno a sus utilidades y ventajas para facilitar las comunicaciones y
labores diarias de los individuos está dada desde diferentes aristas;
indiscutiblemente son herramientas de estudio y de trabajo, sin embargo el
efecto dominó que han causado entre los seres humanos es alarmante. Dependencia
tecnológica.
Irrevocablemente vivimos en una sociedad en la que el otro ha sido
suplantado por una visión imaginaria de lo que dice en sus redes sociales,
chats y sitios web. De ahí, la excesiva costumbre de mantener atados como
pertenencias irremplazables aquellos aparatos inteligentes. Entonces Zygmunt
Bauman habría acertado al decir que el amor se hace flotante, sin
responsabilidad hacia el otro, siendo su mejor expresión el vínculo sin cara
que ofrece la web1.
Pero más allá de esas reflexiones y discursos personales, el asunto se
desencadena en lo que tales excesos son capaces de ocasionar en los
comportamientos sociales e individuales del ser humano, y específicamente en el
área de la salud. Los expertos en esta área han clasificado una serie de
enfermedades asociadas a las nuevas tecnologías, a partir de los usos excesivos
de estas
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